El Real Madrid es la tormenta perfecta. Un equipo al que parece no importarle quién se pone delante. Los blancos siempre llevan la misma velocidad y arrasan por donde pasan. En Europa ya suman 15 victorias y la única derrota ante el Fenerbahce. Chus Mateo, muy cerca ya del centenar de triunfos con el Real Madrid, atornilla a sus rivales sin piedad. Ya sea con Facundo Campazzo al mando, como hizo al principio del partido contra el Partizan, o con Sergio Rodríguez, que incrementó aún más el ritmo para afianzar a su equipo al frente de la clasificación.
El Chacho se divirtió en la cancha y mezcló la efectividad con su habitual vistosidad. Toda su fantasía al servicio del grupo. Siete asistencias en la primera mitad hicieron que los ‘grobari’, los sepultureros de Belgrado, no supieran cómo frenarle. Los bases dirigían y Hezonja y, sobre todo, Musa, ejecutaban. El alero bosnio metió 16 puntos -solo falló un tiro libre- en los dos primeros cuartos. Un martillo para la defensa que había preparado Zeljko Obradovic, una leyenda en Madrid, donde volvió a hacer campeón de Europa al Real Madrid allá por 1995, después de años de sequía. El Partizan se mantuvo en pie gracias al acierto de Caboclo, el pívot brasileño que abandonó el Reyer Venezia de forma poco ortodoxa para incorporarse a la plantilla de Obradovic, su cuarto equipo en cuatro meses.
La diferencia en el marcador, siempre por encima de los diez puntos, hizo que el encuentro fuera mucho más plácido que el de hace siete meses cuando los dos equipos se enzarzaron en una pelea infame en la eliminatoria por entrar en la Final Four. Pero esta vez fue diferente. El Real Madrid mandó desde el primer minuto y encima logró secar a Kevin Punter, uno de los mejores anotadores de Europa, gracias a la excelente labor de secante de Causeur